La migración no es solamente un movimiento de personas. El proceso migratorio es una fuerza poderosa que puede impulsar las economías, especialmente cuando se trata del comercio internacional. Las regiones de América Central, América del Norte y el Caribe son un testimonio de ello, ya que la migración desempeña un papel fundamental en el fomento de las exportaciones, en línea con el Obejtivo de Desarrollo Sostenible 17 y su meta 17.11.
En el Informe de OIM Flagship 2023, publicado recientemente, se hace énfasis en la innegable sinergia entre la migración y el comercio internacional. El informe defiende la idea de aprovechar las diversas contribuciones de la diáspora para potenciar la financiación del desarrollo sostenible, los sistemas comerciales y las cadenas de valor mundiales. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce que los migrantes contribuyen de forma inestimable al crecimiento sostenible. Estos ciudadanos del mundo tienden puentes, crean nuevas vías de negocio y fomentan las conexiones comerciales entre sus países de origen, tránsito y destino, reduciendo en última instancia los costes comerciales (como señala la OCDE, 2022).
Pero, ¿En qué se traducen estas observaciones en términos tangibles? La Oficina Regional de la OIM para América Central, del Norte y el Caribe profundizó en los datos. ¿Sus conclusiones? Una rotunda afirmación de que los migrantes están influyendo positivamente en las exportaciones internacionales en toda la región.
Agunos datos reveladores del informe:
- Un modesto aumento del 1% en el número de migrantes en un país de destino se correlaciona con un incremento medio del 0,23% en las exportaciones de ese país.
- En términos monetarios, un crecimiento del 1% en el número de migrantes en toda la región equivale a un impresionante aumento de 7.751 USD en las exportaciones por cada migrante adicional, sobre la base de datos de 1990 a 2020.
Curiosamente, aunque las tres subregiones (América Central, América del Norte y el Caribe) se benefician de esta sinergia entre migración y exportación, América del Norte se sitúa a la cabeza.
Los migrantes enriquecen las economías de acogida de múltiples maneras. Aportan diversas habilidades, facilitan el intercambio de conocimientos y ayudan a reducir los costes comerciales (como destacan los estudios de Ortega y Peri, 2014; Bahar y Rapoport, 2018, entre otros). Las competencias únicas que poseen los migrantes y su capacidad para integrarse en las redes empresariales locales pueden influir significativamente en la dinámica comercial entre países y regiones.
Aunque el análisis actual ofrece una gran cantidad de información, es esencial un examen más detallado para descifrar los matices de los efectos de la migración en las subregiones. Sin embargo, una cosa está clara: la adopción de una política migratoria liberal puede cambiar las condiciones del comercio y el crecimiento de las exportaciones.
Es importante resaltar qeu la migración está entrelazada con otras facetas del desarrollo sostenible como el comercio, el crecimiento del PIB y las inversiones extranjeras. Es crucial adoptar un enfoque holístico que tenga en cuenta estas interdependencias. Una estrategia prometedora consiste en integrar las consideraciones migratorias en los acuerdos comerciales, fomentando la libre circulación de migrantes. De este modo se pone freno a la migración irregular y se respetan los derechos humanos, como se señala en el Pacto Mundial para la Migración. En esencia, el desmantelamiento de las barreras a la migración regular es la clave para desbloquear el crecimiento sostenible a través del comercio internacional (ODS 17).
Así que, a medida que avanzamos, celebremos la migración no solo como un viaje de personas, sino como un viaje hacia una economía mundial próspera e interconectada.