Ciudad de Panamá, A medida que el número de personas migrantes y refugiadas que cruzan la selva del Darién entre Panamá y Colombia alcanza niveles récord, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) piden un enfoque integral, regional, y colaborativo para abordar los graves riesgos de protección y las urgentes necesidades humanitarias de las personas en movimiento en América Latina y el Caribe.
Según cifras oficiales del gobierno panameño, más de 250.000 personas han cruzado a pie la selva del Darién durante los primeros 7 meses de este año. En lo que va del año, las personas refugiadas y migrantes que realizan el peligroso viaje ya han igualado la cantidad total de individuos que cruzaron durante todo 2022, la cifra anual más alta jamás registrada.
Entre las principales nacionalidades que forman parte de estos movimientos mixtos figuran ciudadanos de Venezuela (55%), Haití (14%) y Ecuador (14%), así como personas procedentes de China, Colombia e hijos de padres haitianos nacidos en Chile y Brasil. Otras nacionalidades representadas incluyen individuos de Afganistán, Nepal y Perú, entre otros.
El ACNUR y la OIM trabajan junto con las instituciones nacionales, las comunidades de acogida y otras organizaciones para proporcionar asistencia humanitaria, apoyar la respuesta del Estado panameño en las Estaciones Temporales de Recepción Migratoria (ETRM), proporcionar información sobre los riesgos asociados a la migración irregular, y ayudar a las personas que necesitan protección internacional con su solicitud de la condición de refugiado.
La OIM y el ACNUR han instado a adoptar un enfoque colaborativo y regional para una mejor respuesta a los movimientos mixtos de personas refugiadas y migrantes en las Américas. Además de participar en acciones conjuntas que abordan las causas del desplazamiento y de la migración irregular, las organizaciones y sus socios trabajan para fortalecer las comunidades que acogen a las personas migrantes y refugiadas y apoyan iniciativas gubernamentales que brindan acceso a procedimientos de determinación de la condición de refugiado, así como otros mecanismos de regularización y estancia legal, que faciliten el acceso a vías seguras y regulares como alternativas a viajes peligrosos.
En la región del Darién, Panamá ha puesto en marcha estrategias para combatir la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes, ofrecer vías legales flexibles para personas migrantes y refugiadas y promover actividades económicas sostenibles en las comunidades fronterizas.
La dramática cifra de personas cruzando por el Darién pone de manifiesto la urgente necesidad de ampliar las vías regulares para las personas refugiadas y migrantes, proteger la vida y los derechos de las personas migrantes en condiciones de vulnerabilidad, fortalecer los sistemas de determinación de la condición de refugiado y encontrar otras alternativas de protección en la región, al tiempo que se promueve la estabilidad en los países de origen, destino y retorno en las Américas.
«Múltiples factores interconectados, que van desde el acceso limitado a los derechos fundamentales y los servicios esenciales hasta el impacto de la violencia y la inseguridad, siguen empujando a las personas a situaciones de desplazamiento. Estamos aumentando la asistencia humanitaria y de protección para atender las necesidades urgentes de las personas refugiadas y migrantes, principalmente proporcionando apoyo crítico en áreas como alimentación, alojamiento y atención médica, ya que sus derechos y bienestar están en juego», afirma el director del ACNUR para las Américas, José Samaniego.
«La peligrosa travesía de la selva del Darién no es solo un testimonio de la desesperación y la determinación de quienes buscan una vida mejor, sino un recordatorio sombrío de la urgencia de actualizar nuestros sistemas migratorios. Los riesgos inimaginables que enfrentan las personas en este paso, plagado de condiciones naturales hostiles y delincuencia organizada, exigen una respuesta unificada y basada en los derechos humanos” aseguró Michele Klein Solomon, directora regional de la OIM para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe. “La urgencia de esta situación no permite demoras; es nuestro deber colectivo, y no solo de Panamá, ofrecer soluciones humanas y sostenibles que prevengan futuras tragedias», concluyó.
El elevado índice de cruces nos recuerda la necesidad de una respuesta hemisférica. Es imprescindible aunar esfuerzos tanto a escala regional como en los países de origen para abordar las causas profundas de los desplazamientos forzados y la migración irregular, para lo cual se requiere también mayor solidaridad, cooperación internacional y responsabilidad compartida por parte de la comunidad internacional. |