El Presidente Comandante Daniel Ortega, durante el acto central en homenaje al 90 aniversario del tránsito a la inmortalidad del General Augusto C. Sandino, recordó al poeta Rubén Darío, diciendo que es un gigante por su firmeza y valor, además que trascendió en el mundo y revolucionó la literatura.
«Febrero es un mes en el que dieron el paso a la inmortalidad dos gigantes, gigantes por su firmeza, por su valor, por su amor a Nicaragua, y primero fue Rubén, Rubén fue a inicios de febrero, el 6 de febrero el tránsito a la inmortalidad de Rubén. Y hablar de Rubén, bueno, nació en un pueblito de Nicaragua, en Metapa, de una familia pobre, humilde, pero Cristo hizo el milagro que Rubén trascendiera en el mundo y que revolucionara la literatura, las letras castellanas», mencionó.
El Comandante subrayó que «él no había nacido en España, era de esperarse de que fuese un español el que hubiese promovido ese gran cambio, esa transformación que logró Rubén. Él nació aquí en Metapa y de la mano de Dios fue recorriendo primero su Nicaragua natal y luego fue recorriendo el mundo y tuvo esa visión de decirle al imperio norteamericano, a los yanquis, en aquellos tiempos imagínense, en decirles: Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la América ingenua, que aún reza a Jesucristo y habla en español».
«Les termina diciendo Rubén a los yanquis, les dicen que son poderosos, ya eran poder mundial, en esos años los Estados Unidos, les va haciendo el recuento y después al final les dice, pues puedes contar con todo, pero nunca con Dios y el que cuenta con Dios, por mucho que sufra, por mucho que lo ocupen militarmente, pueblos, naciones, como lo han hecho los yanquis, ese pueblo al final saldrá vencedor de la muerte», resaltó.
A su vez, el Presidente de la República, también citó el poema El Porvenir y reconoció que «es un poema profundo, mágico de Rubén dice unas estrofas:
Por la luz de la aurora:
era América, pura, encantadora.
Suena un himno; el océano sonante
hija de Dios mugiendo la apostrofa;
y el Porvenir de gozo delirante
lanza a los aires su rotunda estrofa.
El ángel del Señor, su clarín de oro,
sopló a los cuatro vientos.
Rodó el eco sonoro del orbe
a conmover los fundamentos.
Y el Señor se veía
más radiante que el sol del mediodía.
Alzó su sacra mano,
y resonó su acento soberano.
Dijo: ¡bendita sea!
Y ungió al género humano
con el óleo divino de su idea.
En fiesta universal estremecida
la creación de gozo adormecida,
del Porvenir sentía el beso blando;
y por la inmensa bóveda rodando
se oyó un eco profundo:
¡América es el porvenir del mundo!”.
«Qué visión la de Rubén y Rubén también cita a Bolívar, hablando de la unidad de nuestros pueblos», aseguró.