Hoy 18 de enero se conmemora el natalicio de nuestro poeta universal Rubén Darío, quien ha hecho grande a Nicaragua, como un poeta que nos canta y que nos dice, venimos de lejos y vamos al porvenir, resaltó la Compañera, Vicepresidenta Rosario Murillo.
«Muy buenas tardes, hoy 18 de enero, 157 años de gloria, de victoria, no es cualquiera los que tienen una gloria, una bendición, un Rubén que vibra en toda Nicaragua, un Rubén que vibra en todo el mundo, un Rubén que aprendemos a reconocer a celebrar, todo el tiempo, todos los días casi desde la cuna, un Rubén que hace grande, enorme a Nicaragua, como enorme es él, un Rubén, un poeta fecundo, un poeta que nos canta y que nos dice venimos de lejos y vamos al porvenir», expresó.
Agregó que «es al porvenir que vamos, y lo sabemos, sabemos que el porvenir que estamos creando, es el porvenir que merece la familia nicaragüense, y nos saludamos en optimismo en este día feliz del nacimiento de nuestro gran Rubén, en la caja pandórica de que tantas desgracias surgieron encontramos de súbito, talismática, pura, riente, la divina reina de luz, la celeste esperanza, vivimos llenos de esperanza, con el corazón en alto, vivimos con la fe que crece, vivimos en alas de amas de ángeles, nuestra Nicaragua bendita avanza, día a día y por eso también recordamos a Rubén cuando decía».
Abominad la boca que predice desgracias eternas,
abominad los ojos que ven solo zodíacos funestos,
abominad las manos que apedrean las ruinas ilustres,
o que la tea empuñan o la daga suicida.
Siéntense sordos ímpetus en las entrañas del mundo,
la inminencia de algo fatal hoy conmueve la Tierra;
fuertes colosos caen, se desbandan bicéfalas águilas,
y algo se inicia como vasto social cataclismo
sobre la faz del orbe…
Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos;
formen todos un solo haz de energía ecuménica.
Sangre de Hispania, fecunda, sólidas, ínclitas razas,
muestren los dones pretéritos que fueron antaño su triunfo.
Vuelva el antiguo entusiasmo, vuelva el espíritu ardiente
que regará lenguas de fuego en esa epifanía.
Juntas las testas ancianas ceñidas de líricos lauros
y las cabezas jóvenes que la alta Minerva decora,
así los manes heroicos de los primitivos abuelos,
de los egregios padres que abrieron el surco pristino,
sientan los soplos agrarios de primaverales retornos
y el (rumor)amor de espigas que inició la labor triptolémica…
La latina estirpe verá la gran alba futura:
en un trueno de música gloriosa, millones de labios
saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente,
Oriente augusto, en donde todo lo cambia y renueva
la eternidad de Dios, la actividad infinita.
Y así sea Esperanza la visión permanente (entre) en nosotros.
«Así es, es la esperanza, la visión permanente en nosotros, y aquí estamos rumbo al porvenir, siempre más allá, adelante, siempre con amor, con confianza, con esperanza», finalizó.